Las obras literarias no siempre tienen un fin en sí mismas,
sino que pueden ser un medio para lograr un objetivo distinto. Al igual que la
publicidad, algunos movimientos literarios tienen la intención de defender
ciertas ideas, ya sean políticas, religiosas, etc. En este caso, nos centramos
en la literatura que se convierte en una herramienta para transformar la situación
de una sociedad, y defender
deliberadamente unas ideas políticas y sociales. Nos referimos a la
novela de tesis y a la poesía social, que tuvieron su auge en dos etapas
fundamentales de la historia de España.
1868 es el año que marca la etapa gloriosa de la novela. La
sociedad se articulaba en burguesía y proletariado, lo que se mantenía por la
imposibilidad de ascenso social. En esta época se da una serie de conflictos
ideológicos a raíz de las guerras carlistas y una división de la sociedad en
liberales y conservadores. En 1868 tiene lugar ‘La Gloriosa’, revolución que
destrona a Isabel II e inicia el sexenio democrático. Con ella se produce el
primer intento de establecer en España un régimen político democrático, primero
con la monarquía de Amadeo de Saboya, y después con la primera República. Con
esta restauración política y también social y cultural se inicia un periodo de
esplendor de la novela, que adquiere gran madurez con Benito Pérez Galdós, el
gran novelista liberal. Este escritor inicia el renacimiento de la novela
española con la novela de tesis, con títulos como La fontana de oro, obra en la que reflexiona sobre la historia de
España con una intención pedagógica: indagar sobre el origen de los problemas
ocurridos en el Trienio Liberal y su posible resolución. En los años 70, Galdós
defiende sus propias ideas en sus novelas y ataca la intolerancia en obras como
Doña Perfecta. Otros escritores de
gran relevancia pertenecientes a este periodo son Leopoldo Alas Clarín y
Palacio Valdés.
La década siguiente es la del naturalismo, que supera los
esquematismos de la novela de tesis y se basa en la idea determinista de que el
comportamiento humano responde a leyes experimentales. Esta vez, la novela
también obedece a otro objetivo: estudiar al ser humano. La primera escritora
que escribe en contra de las ideas espiritualistas es Emilia Pardo Bazán, con La cuestión palpitante y Los pazos de Ulloa.
La segunda etapa históricamente en que la literatura se usa
como herramienta de lucha y protesta es la época franquista, época en la que la
sociedad estaba dividida por la guerra y el gobierno fascista. En 1956
comienzan a aparecer esos jóvenes universitarios que protestan y que se van
convirtiendo en una oposición al gobierno. Estas protestas las manifiestan a
través de la literatura, ante la imposibilidad de hacerlo de otra manera, por
la represión y la censura. Estos poetas
utilizan la literatura como espejo de los problemas sociales y arma para
combatirlos, cultivan una poesía que se compromete con la gente y a la que
suelen subyacer ideas marxistas. La literatura no era algo más solo para estos
poetas, sino también para las organizaciones gubernamentales, que censuran la
publicación y recitales de poemas. Sin embargo, esta poesía política sigue
publicándose, pues la crítica implícita pasaba más desapercibida para los
censores, no así para los lectores. Dentro de este movimiento literario tenemos
dos generaciones de poetas. La primera es la Generación de Posguerra, formada
por poetas jóvenes que viven la guerra sin responsabilidad y que publican una
poesía evasiva y garcilasista en los años 40. Destacan Gabriel Celaya, Blas de
Otero y José Hierro. La segunda generación surge en torno a 1956, y la forman
los que algún día fueron niños de la guerra. Son poetas cultos que huyen de una
escritura directa y panfletaria, y que utilizan la ironía y el simbolismo para
defender sus ideas; cultivan un realismo crítico. Destaca Ángel González, cuya
obra pasa por varias etapas.
La poesía social entra en crisis a mediados de los 60 ante
la imposibilidad de lograr el cambio social que pretendían los poetas con sus
obras. Esta poesía, pues, fue tildada no solo de ineficaz, sino también de
plana y sencilla en exceso. Sin embargo, si bien en cuanto a su intención
política fue un fracaso, no fue así en el plano literario.
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