
«Mito» es una palabra de origen griego, «mythos», que
significa etimológicamente ‘palabra, dicho o cuento’, y se relaciona con «epos»,
que hace referencia a los cantos de las hazañas de los héroes. Ambos términos
están vinculados al lenguaje y al pensamiento. El mito puede tener connotaciones
positivas y negativas. Ya en el siglo IV a. C., Herodoto lo define como
falsedad o ficción, en oposición a ‘logos’, que sería la palabra de verdad. Sin embargo, el mito, o la mitología en
general, alude fundamentalmente a la explicación sagrada del mundo, del origen
del hombre.
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La aparición de la ciencia fue devaluando el mito, ya que
esta podía explicar el mundo de una manera racional. En el caso concreto de la
mitología griega, la llegada del cristianismo hace que los mitos pierdan su
peso como verdades religiosas y absolutas. La ciencia sustituye en ciertos ámbitos
al mito, pero hay otros aspectos del ser humano a los que la ciencia no puede
llegar, como es la trascendencia del ser humano en el mundo, y es ahí donde el
mito sigue teniendo vigencia. Un ejemplo de esto es la religión, que sería la
forma actual del mito: explica algunos misterios de la vida a los que la
ciencia no ha dado respuesta. El mito también influye sobre la psicología
analítica, empezando por Freud y siguiendo por alguno de sus discípulos, como
Jung, quien elaboró una teoría sobre los arquetipos que subyacen al
inconsciente de cada sociedad y que luego se revelan en los relatos y demás
productos artísticos, explicando así las similitudes entre elementos de muy
diversas culturas, como la historia bíblica, el diluvio universal, la
resurrección, etc. De hecho, la
psicología relaciona algunos trastornos y patologías con las historias míticas
por lo que simbolizan, como el complejo de Edipo. La explicación de la historia
de la humanidad también se refleja en las etapas del hombre, porque los niños
tienen una explicación irracional, mítica, de las cosas. Esto se debe a la
estructura del ser humano: necesitamos una explicación del mundo para poder
vivir en él, cómo funciona nuestra mente, etcétera. Cada ser humano pasa por
unas etapas que pueden expresarse simbólicamente mediante las historias
míticas, como el viaje iniciático y los ritos previos a la etapa adulta, que de
algún modo siguen existiendo en la sociedad actual, a través de ceremonias como
la Primera Comunión, en el entorno del cristianismo.

El arte, en general, y la literatura, siempre se han fijado
en los mitos para recrearlos, precisamente por la importancia que siguen
teniendo en algunos ámbitos que rodean a la vida de las personas, y pueden
hacerlo aunque sea sin referirse a ellos explícitamente. Tenemos muestras de
ello en las películas y cómics, donde aparecen superhéroes similares a los
semidioses de las historias míticas, como Hércules; en los cuentos tradicionales,
cuyo simbolismo resulta muy útil para el desarrollo de la infancia; en la
literatura en general, con el ejemplo de La vida es sueño, obra en la que se
establece un claro paralelismo con el mito de Edipo: la aparición de profecías,
la esfinge, y la sepultura de Antígona; y
la publicidad, que suele recrear el mito de la eterna juventud, el mito del
paraíso, el mito del elixir y el mito del viaje. La publicidad, con el fin de
llegar a más personas y potenciar su capacidad persuasiva, actualiza día tras
días algo tan arcaico como son los mitos.
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