
Banville tiene a sus espaldas una larga trayectoria en la
que ha escrito novelas, narraciones breves, libros de viajes e incluso guiones
de televisión. A pesar de su prolífica labor literaria, hasta antes de 2007 no
era muy conocido en España; a partir de entonces se le empieza a conocer por
escribir novelas que aparecen firmadas como Mr. Black. La originalidad de
Banville, pues, estriba poseer este alter ego, Benjamin Black, al que él denomina
su «oscuro hermano gemelo» y que, al igual que Banville, también escribe, pero
en su caso algo muy diferente: novela negra. El escritor explica que mientras que él
escribe a partir de la reflexión e intenta ser un artista en sus novelas, Black
no tiene esas pretensiones y su escritura es resultado de la espontaneidad.
Banville se define a él y a su alter ego como las dos facetas de la misma
persona, muy difíciles de separar. Sin embargo, el hecho de tener más de un ‘yo’
no resulta llamativo para él, pues explica que todas las personas cambian y
evolucionan a lo largo de las etapas de la vida, reinventando su personalidad
aunque conservando los miedos e instintos básicos que ya teníamos en la
Prehistoria.
El escritor también confesó que su proceso creativo se
sustentaba en buena parte en su fascinación por el pasado, así como la concepción
que tiene sobre él. Banville considera que las etapas de la vida emanan una luz
especial una vez que ya forman parte del pasado, y por eso analiza en su obra
por qué la consideración de los hechos es diferente mientras los estamos
viviendo que cuando ya han ocurrido y los analizamos desde otra perspectiva. Banville también habla de la tradición irlandesa, y explica que es un orgullo formar parte de una tradición en la que ha habido grandes figuras. Enlazando con el tema del pasado, el escritor reflexiona sobre los inicios de su carrera, en los que su gran ambición le llevo a escribir Copérnico, obra que forma parte de una trilogía y que ahora analiza con ojos críticos. Reconoce que tal vez fue un error embarcarse en un proyecto en el que el rigor histórico tenía que ser exhaustivo. Demuestra no tener ningún reparo en analizar su trayectoria con dureza y afirma que cuando repasa su obra, ve muchos fallos.
Del mismo modo, ensalzó la labor de los
traductores, pues reconoce que Banville es difícil de traducir, y resalta la
importancia de conocer todos los valores de la lengua, con sus elementos
culturales y tradicionales, algo de gran relevancia en su escritura.
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